Acompaña a la poesía

martes, 1 de agosto de 2023

BRUNO (por William Shand)

—¡Bruno! No camines a mi lado. Hace años que te vengo diciendo que debes caminar detrás de mí. Ando despacio deliberadamente para que puedas seguirme.

Grandi estaba siempre malhumorado cuando salía con su hijo. Sólo en raras ocasiones le permitía acompañarlo; ahora se dirigían al consultorio del doctor Reni quien periódicamente examinaba a Bruno, porque Bruno era un enano.

Poco después de su matrimonio, hacía de eso veinte años, su mujer murió al dar a luz. Como Grandi trabajaba el día entero en el estudio de un abogado, una vecina de buena voluntad se había ofrecido a cuidar del bebé.

Hasta la edad de cinco años Bruno parecía un niño normal. Era vivaz, aprendía a leer y escribir con facilidad y se pasaba largas horas leyendo libros de cuentos.

Con el correr del tiempo sin embargo, Grandi se rindió a la evidencia de que el niño no daba señales de crecer. Aunque su estatura permanecía estacionaria, su cuerpo se desarrollaba, su cuerpo y su mente. Tenía una verdadera pasión por la lectura; una vez por semana retiraba libros de la biblioteca circulante, y la bibliotecaria solía prestarle una pequeña escalera para que pudiese elegir los libros ubicados en los estantes altos.

Bruno amaba la poesía y deseaba poder leerla en varios idiomas además del propio. A los 16 años ya poseía un dominio bastante amplio del idioma inglés, adquirido a través del estudio de diversos libros de texto con la única ayuda de un diccionario.

Grandi nunca pudo comprender su interés por la literatura. Hubiera preferido que aprendiera un oficio y trabajara en su casa para ganar algún dinero.

Abrumado por el hecho de que su hijo no tuviera la altura normal, el resentimiento le roía las entrañas. Era una llaga abierta que nunca se cerraba y no había alivio posible para su dolor.

Bruno no sabía de qué medios valerse para apaciguar la creciente animosidad de su padre; desde que se había jubilado, pasaba la mayor parte del día en su casa y esto creaba situaciones desagradables que a veces se convertían en verdaderas peleas. Bruno optó por ignorar a su padre, pero así y todos su encono se agudizaba con cada comida que compartían. A la edad de 19 años, consciente de la raíz de esa amargura, procuraba ganar su afecto encargándose de toda clase de tareas domésticas. Era bastante buen cocinero pero su padre no le permitía ayudarle en la cocina.

Los Grandi alquilaban una vieja casa en un barrio modesto; por supuesto los vecinos veían en Bruno una fuente de sabrosos comentarios, a pesar de lo cual, si ocasionalmente se encontraban con él, se mostraban amables. Poco a poco descubrieron que hasta podría resultar simpático. Naturalmente debían dominar un primer impulso de rechazo, que su voz cálida y su fácil sonrisa acababan por vencer.

Bruno empezó a sentir la necesidad de un contacto femenino, pero sabía que eso estaba completamente fuera de su alcance. Había oído que los enanos se casan entre sí, mas por desgracia no le atraía una mujer semejante a él. En la calle echaba miradas furtivas a las chicas de pantalones ceñidos, admirando sus esbeltos muslos y sus curvas sensuales. Prefería soñar con una mujer así antes que compartir su lecho con una enana.

Entre los muchos problemas que su condición acarreaba a Bruno, la ropa no era uno de los menores por cuanto los trajes para niños resultaban demasiado estrechos para sus anchos hombros y robustas piernas. Hasta que un día Grandi recordó a un antiguo compañero de escuela, dueño de una pequeña sastrería próxima a su domicilio y desde entonces él se los confeccionó a medida.

Una singular amistad nació entre ambos. El sastre lo invitaba a almorzar en familia uno que otro domingo y las horas que pasaba con él y su esposa eran las más felices que jamás conociera. Les agradecía que apreciaran su inteligencia haciendo caso omiso de su aspecto físico, una experiencia que lo estimulaba y le permitía enfrentar a su padre con mayor confianza en sí mismo. Allí en ese hogar humilde pudo vislumbrar el significado de la palabra amor. La ternura que esta pareja de edad madura reflejaba en su trato diario le conmovía y le hacía lamentar el no haberla conocido nunca en su propio hogar.

Cierto es que desde hacía algún tiempo Bruno observaba una menor agresividad en su padre que se pasaba largas horas en silencio y algunas noches salía sin dar explicaciones, para regresar a la madrugada. Durante los fines de semana tampoco se quedaba en casa, con gran satisfacción de Bruno que de este modo podía sentarse a leer tranquilo sin sentir su mirada de reconvención. Pronto empezó a sospechar que detrás de todo esto debía de haber algún asunto amoroso. Finalmente Grandi le comentó que había conocido a una mujer de quien se había hecho muy amigo, pero sin entrar en detalles.

Bruno se alegró al saberlo; quizás de ahora en adelante su padre lo trataría de modo más razonable. El cambio era notorio. Una noche antes de salir se dirigió a Bruno con una sonrisa y le anunció que ella vendría a cenar al día siguiente; para la ocasión Grandi preparó una cena elaborada.

Katia aparentaba unos cuarenta años; ni alta ni baja, de silueta ágil, esbelta, tenía un rostro no particularmente hermoso pero de facciones regulares y expresivas. Al hablar, su voz clara enfatizaba los puntos que quería destacar y defendía sus ideas con apasionamiento. A Bruno le resultaba fácil dialogar con ella. Katia era maestra y había abrazado esa carrera movida por una honda vocación. Les contó que solía concurrir al “Café de las Letras” próximo a la Universidad, centro de reunión de artistas plásticos y escritores, para platicar con ellos y enriquecer su espíritu porque esto redundaba en beneficio de su labor. En el transcurso de la velada si bien permitió cortésmente a Grandi intervenir en la conversación parecía escuchar con especial interés los comentarios de Bruno sobre literatura. El aspecto más curioso de este, su primer contacto fue que en ningún momento se mostró sorprendida ante el hecho de que el hijo de Grandi fuera un enano; por el contrario, fue en extremo cordial con él.

Tan pronto Katia se retiró Grandi lo abordó sin ocultar su fastidio.

—¿Qué te dio por conducirte en forma tan descarada? Invito a una amiga a mi casa y la monopolizas sin darle oportunidad de dirigirme siquiera una mirada.

—Yo sólo trataba de que se sintiera cómoda.

—No la dejaste en paz ni un minuto. Como si hubiera sido tu invitada, no la mía.

—Eso es injusto. Durante la cena conversó casi todo el tiempo contigo.

—Pero ¿por qué esa vehemencia, ese entusiasmo en tu voz? Y no me vengas con una de esas retorcidas excusas tuyas. Estoy harto de ellas.

Luego salió de la habitación abruptamente. Bruno estaba excitado. Su cabeza era un remolino en el centro del cual se movía Katia. Recordaba su mirada ardiente, su voz profunda y sus delicadas manos cruzándose sobre los pequeños senos. Pero dentro de estos pensamientos su padre no jugaba papel alguno. Lo borraba como a un intruso. Deslumbrado por el hecho de haber atraído la atención de una mujer como Katia, no quería pensar adonde lo conduciría todo aquello.

Katia frecuentaba el “Café de las Letras”. Allí iría la noche siguiente. Tenía que volver a verla, admirar el encanto de sus labios carnosos al hablar, seguir el movimiento de sus dedos dibujando figuras en el aire. Volvería a echar una mirada a sus bien torneadas piernas y haría lo posible por impresionarla con su cultura literaria.
Entró al café tímidamente, acostumbrado a que todo el mundo lo mirara con curiosidad no exenta de burla, y pronto divisó a Katia sentada a una mesa, sola.

¡Bruno! ¿Qué hacés por aquí? ¿Tomás un café?
Llamó al mozo y le pidió un café.
—¡Estoy tan contenta de que hayas venido!
He pensado mucho en vos desde anoche.

—¡¿De veras?!

—Por supuesto.

—Yo... estuve leyendo el poema de T. S. Eliot “The Waste Land” nuevamente. Lo leo a menudo. No es el tipo de poesía que más me llega porque está demasiado cerca de la prosa para mi gusto, pero debo admitir que plantea un análisis penetrante de nuestro tiempo.

—Bruno, no creo que hayas venido aquí para hablar sobre Eliot.

Él se sonrojó.

—Mañana tengo un día libre en la escuela. Vení a mi departamento por la tarde.

Pagó al mozo y ambos salieron del café.

—Te espero a las 4 en punto.

Después le dio su dirección y lo besó levemente en la mejilla.

—¡Y no llegues tarde!

Él se quedó mirándola mientras se alejaba, segura de sí, sin tomar en cuenta la confusión en que lo había sumido.

Cuando regresó a su casa su padre estaba ausente. Se felicitó de que así fuera; no hubiera sabido cómo enfrentarse con él después del encuentro con Katia. Esa noche no pudo dormir. Katia invadía todo su ser. Se sentía inseguro, indefenso ante su inesperada invitación. Se preguntaba qué ocurriría en su departamento al día siguiente. Tomó un libro y trató de leer para inducir su imaginación a transitar por otros caminos, pero sólo podía pensar en sus labios y sus senos.

A la mañana siguiente Grandi estaba de un humor particularmente malo; sufría fuertes náuseas y no tenía la menor intención de preparar el almuerzo. Bruno esperaba alguna escena violenta, pero el nombre de Katia no fue mencionado. Poco después salió para cobrar su jubilación. Entonces Bruno aprovechó para bañarse, afeitarse con esmero, lustrar sus zapatos y cepillar cuidadosamente su único traje. Su agitación era incontrolable.

Cuando Katia abrió la puerta Bruno quedó fascinado por la belleza de ese cuarto de estar. Con escasos muebles y unos cuantos cuadros y almohadones, había logrado crear una atmósfera acogedora y singular.

—Quizás te parezca increíble pero yo experimento mis emociones más intensas en las horas previas a un acontecimiento; la anticipación es a menudo superior a la realidad. Si asisto a una función de teatro por ejemplo, estoy dispuesta a entregarme con alma y vida al autor, a los actores y al director pero al salir, a menudo los critico duramente y me siento defraudada. Siempre me pasa lo mismo, también en mis relaciones con la gente.

Turbado, de pie junto al sofá frente a Katia, Bruno la escuchaba atentamente.

—A mí en cambio me emociona todo lo que me ocurre. Cuando voy hasta la esquina a tomar un café y el mozo me sonríe y cambia unas palabras conmigo, sé que estoy vivo. Doy gracias por el más mínimo gesto de amistad.

—Bruno, me pregunto si adivinas por qué te invité.

—No... no verdaderamente. Pero estoy contento... muy contento de estar aquí con usted... a solas.

—¡Acercate!

Lo tomó de la mano y lo condujo a su dormitorio. Él evitó su mirada y se acercó a la ventana. Al volverse hacia ella vio que se había desnudado.

Cuando regresaron al cuarto de estar, Katia le pidió que le ayudara a preparar el café. Bebieron una taza y comieron un trozo de torta de manzana. Estaba sentado sobre un almohadón, con los ojos bajos: simplemente no podía mirarla de frente. Tampoco hacía ningún esfuerzo por hablarle aunque había algo que deseaba aclarar.

—Espero que no le dirá a mi padre que estuve aquí.

Ella se limitó a sonreírle.

—Bueno, Bruno, ahora tengo que atender ciertos asuntos importantes. Debo pedirte que te vayas.

Había tantas cosas que hubiera querido decirle pero sólo atinó a encaminarse a la puerta. Ella permaneció sentada cuando él salió.

En camino a su casa, exaltado pero perplejo ante su extraña conducta después de lo ocurrido, trataba de revivir cada instante de aquella tarde. Aunque hacía años que lo imaginaba, su experiencia con Katia había sido tan indescriptiblemente hermosa que superaba sus sueños más vehementes.

Bruno se despertó sin saber a ciencia cierta sí era la misma persona que se acostara en ese lecho la noche anterior. Al entrar a la cocina encontró a su padre caminando de un lado a otro, con el rostro descompuesto por la ira.

—¡Se ha ido! Transferida a una escuela del norte por dos años. Y no me dijo una sola palabra a pesar de haber estado tanto tiempo juntos. ¡Es una perra! Eso es lo que es. ¡Una perra! Si le pudiera poner las manos encima la estrangularía.

Bruno trató de consolar a su padre, aunque íntimamente también él se sentía destruido.

lunes, 31 de diciembre de 2018

Pulso de Arena - 2018 - Nina Bardi

Llego a publicar el último libro del año!!! Descargable, autoimprimible, para que armes muy fácilmente dos ejemplares a partir de 6 hojas A4.
Honor de haber editado los profundos poemas de la gran Nina Bardi. A disfrutarlos!

Uno de ellos como botón:

DESAYUNO
Abro los ojos
el sueño todavía fluye
como fluorescencias
de un paisaje borroso
Abro la ventana
el sol refleja la pared de ladrillos
fraccionados como pensamientos
siguen un orden impuesto
construyen una idea firme
sólido escudo racional
para defenderse de lo imprevisible
ese roedor
que habita las medianeras de la lógica.




Link para descargarlo: Pulso de Arena - 2018 - Nina Bardi

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Fuera de Temporada - 2018 - Matías Lescano


Presentación de Fuera de Temporada

(Espero estar a tiempo para estar fuera de temporada...)

Atención! Atención! Después de no sé cuánto tiempo sale un nuevo librito autoimprimible por Ediciones ¡Gran Vida! gracias al encuentro con Mati Lescano, espíritu artístico de las tierras azuleñas.
Pasen, lean, impriman y armen sus propios ejemplares para polinizar el mundo.

Pronta presentación en FLIA La Plata (Feria del Libro Independiente Autogestiva)






Algunos poemas del libro:


Desapercibidos, sin que nos percatemos, se suman a nuestras caminatas; eludiendo nuestros sentidos en los primeros instantes para, sin solicitar permiso, ser parte de nuestra travesía. Adelantándose o atrasándose nos hacen testigos de la interacción con sus colegas callejeros -interacción que conlleva olores y discordias-, con aquellos detrás de la reja o del portón, que enérgicamente les hacen saber que su estadía allí será provisoria… Les hablamos y su respuesta puede fluctuar entre ignorarnos, mostrar alegría o hundirse en su timidez, disimulando siempre su deseo de jamás separarse de nosotros. El interrogante nace al frenar los pasos y entrar en nuestras casas. Su labor ha finalizado. Desconociendo su porvenir, desapercibidos, sin que nos percatemos, nos dejan soñar; y entre calles desiertas se pierden siguiendo el alba.

¿A dónde van los perros que nos siguen?



-


Una vieja paila de arcilla
donde el arrope se cuece,
concentra encuentros,
desencuentros, otoños,
hace oír a sus caciques,
a sus alquimistas que hurgan
en los arcanos del tiempo

Simiente de Resistencia
que aún no vacila
y conserva desde siglos
cada uno de los horizontes
concentrados
en las bóvedas de sus brotes.



-



En el último vagón
de aquél tren estrepitoso
que suele pasar por estos llanos
se ha embarcado la última ilusión

Del camarote desciende
la malicia del poeta
sediento de andanzas
por los barrios bajos del alma

Las luces de la ciudad
me han encandilado
la noche se esfuerza por ser real
y sólo es palpable la neblina de la vigilia

Peregrino en dirección al amanecer
para fijar mis pupilas en el sol
y resistir hasta desmayar
en el andén



-



Haiku para Buenos Aires

Una abuela sube a un bondi. El chofer debe llegar a Recoleta. Ella se aferra y flamea.




Descargalo: Matías Lescano - 2018 - Fuera de Temporada

viernes, 1 de septiembre de 2017

Muñeca / El niño

Una vez con Eliana Belén hicimos un viaje al Sur, y en trenes que cruzaban la Patagonia coordinamos talleres invitando a los pasajeros al vagón comedor. Era 2009 y flotaba la ceniza del volcán y amenazaba la gripe A; el turismo estaba extinto en Bariloche, así que para sobrevivir, vivir y disfrutar creamos este libro conjunto -con poemas y collage- fotocopiado que vendíamos en los comercios semi-vacíos e invitábamos a noches de arte y poesía con artistas locales. Entonces surgieron entrevistas en radios, más viajes, teatros independientes y muchas cosas buenas. En este mismo blog se encuentran registros sobre esa aventura; pero recién ahora subo el libro que resultó de aquel movimiento.



Algunos de sus poemas:



Muñeca



*

Seguro hay algo que desconocemos,
adentro, si los párpados caen.


**

Si pudiera flotar como la espuma del detergente,
escurrirse por la rejilla.
Pero se queda tocando
con las pestañas las cejas y los pómulos,
porque las mesadas le parecen hechas por enanos.


***

Desde la reja
del lavadero
ve el pasto crecer
hasta tapar al perro.

Hay que centrifugar
porque el sol no va a salir.


****

Abraza al niño como si no fuera a romperse.
Le alcanza la cuchara,
le lava los calzoncillos.

Vos sos toda para mí, dice el nene,
mientras ata la correa a la cucha.


*****

Busca con la mano el hígado,
las ubres, el corazón, la lengua, el seso.
El arte de cocinar es el arte de amar, leyó.

Veinticuatro horas diarias
por treinta días al mes
por trescientos sesenta días al año.




El niño


el niño tiene la idea
de que le van a pegar
y se agacha y gruñe
como una rata


un oso con sus garras
destroza al niño
y los niños rotos
son difíciles de reparar


esta mañana apenas salía el sol
se lo veía al niño como un jarrón
antiguo y valioso en el que hay
que obviar las junturas


es posible que el niño caiga
en el agua de un oasis
y se ahogue
pero los niños saben gritar
y aunque nadie aparezca
seguirán gritando


el niño ve las madres
cruzando corrientes por la nueve de julio
sabe que él podría volar y observar
cómo caminan cómo elegiría una


el pasto crece bajo su panza
pero el niño tuvo que decir
que el pasto crece para sentirlo
y ponerse a llorar



Como es tradición de Ediciones ¡Gran Vida! dejo el link para que descarguen el libro y se lo puedan imprimir en sus casas o en cualquier impresora, son dos pasos más que sencillos. Les aviso que la tapa queda bien con algún color, a mí me gustó el durazno.


Muñeca / El niño

miércoles, 19 de julio de 2017

Francotiradores y otros microrrelatos


Tengo que agradecer a muchos por este libro, si no me acuerdo de todos ahora, los iré agregando pronto. A Marina Ceballos (https://www.instagram.com/maruceballos/) que hizo un arte de tapa genial, una obra aparte que lo completa y representa; a Juan Fernández Marauda (https://www.facebook.com/hmarauda) que escribió el texto para la contratapa; a Carlos Garcia (https://www.facebook.com/chipantuzzz) que hizo el diseño de interiores, que después yo seguí toqueteando mientras modificaba el libro. A Gabrielle Taron-Rieussec (https://www.facebook.com/gabrielle.taronrieussec) que hizo un arte de tapa para lo que fue la primera versión del libro; a Cecilia Solá que también escribió paratexto en aquella etapa.
El libro lo empecé en enero y tuve tantas idas y vueltas, ideas de diseños y encuadernación, prueba y error, dolores de cabeza con programas de edición, búsqueda de imprentas que pasó de todo y me aportaron mucho con sugerencias, datos, observaciones, consejos, a todos ellos infinitas gracias: Juan Cruz Avila, que también tiró paratexto; Gabriela Tancovich, siempre dispuesta a darme su parecer que clarifica, Ateo Ediciones (https://www.facebook.com/Ateoediciones) con aportes de todo tipo; Martín Chaco (https://www.facebook.com/martinchaco) lo mismo; Martin Chavez por lecturas, amistad, vinos; Carlos Gallegos, editor independiente que admiro,
(https://www.facebook.com/carloseduardo.gallegos) por el dato de la imprenta adecuada; a Cecilia Lage por todo (nos vemos en la Gira Montevideana!). Ahí va! también tuve la apreciación del querido Jorge Alfonso, nos vemos en el paisito, gran abrazo!

En fin que ya tengo los primeros cien ejemplares, que van a ser numerados a mano en el momento, que mi delirio es hacerlo best seller a fuerza de trabajo de venta personal (soy escritor, editor, representante, distribuidor y librería) y luego long seller, que no puedo hacerlo solo y que quiero que se copen en delirar conmigo!!! Así que disculpen si los etiqueto, les mando mensajes; soy mi campaña publicitaria. Espero que lo quieran para ustedes, para regalar, para revender, para girar por el mundo, y lo que se les ocurra!
Y hablando de best seller, ya vendí los primeros 2, o sea el 000.001 y el 000.002. El copado del bautizo de ventas fue Pablo Quiroga, gran abrazo querido!

[Agrego el precio para evitar cavilaciones: 150p (con posibilidad de descuento por cantidad u otros items)]
Dejo algunos de los 77 francotiradores que viven en el libro como "trailer":

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-Francotiradores-

Parecía que nos íbamos a matar y cometimos el amor de errarnos.

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-Escapismo-

Houdini, el más grande escapista de la historia -contaban en una cena-, tenía un truco de amor. Antes de cada prueba su mujer lo besaba y le pasaba una pequeña llave maestra a su boca. En el beso a Harry ella le entregaba la libertad y la salvación. Me dormí y no pude evitar soñar con Houdini sumergido de cabeza tras la cortina, sacando la llave al borde de sus labios, doblándose hasta los candados en sus piernas, enderezándose en el agua, pasando sus brazos hacia adelante y abriendo las esposas. Harry saliendo del tanque de vidrio, apareciendo mojado ante el estallido del público fervoroso, besando a su mujer para devolverle la llave íntima y quedarse abrazado a ella, frente a los aplausos que los cubrían. Me desperté y anduve la mañana buscando in-conscientemente con la lengua, hasta que di con la pequeñísima salvadora; pero en qué beso fue, a cuál de ellas no regresé esta llave.

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-Amor monólogo-

Para ella hablar es respirar: si se calla se asfixia. A veces es la única idea que me queda de todo lo que dice. Debo escucharla para que no se aho-gue; soy el mar en el que se recuesta a mirar el cielo.

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-Microamor-

Ya la dejé; no se puede estar con quien te ade-lanta el final de un microrrelato.

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-Ciclo de la madera-

Iba Pinocho con una jeringa inyectando clorofila a los crucifijos, que volvíanse árboles; y los Cristos, pájaros que cantaban levantando vuelo.

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-El desierto escondido-

Soy Judas, yo le saco el agua a Cristo en el desierto. Caminamos y por cada beso me tomo un trago a sus espaldas. Se da vuelta y le sonrío... Tiene la cara de nuestra madre; ese gesto de piedad, pase lo que pase. Será por eso el preferido de nuestro padre, que ya ha cometido todos los pecados.

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-Cuadro-

Un pintor y un escritor parados frente a frente. Una imagen vale más que mil palabras, afirmaba uno. Eso se dice con siete palabras, respondía el otro. En la galería algunos contaban con los de-dos.

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-Balcones-

Son hombres pájaro que no vuelan, viven en edificios que les fueron asignados; ven pasar aviones.

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-Siesta-

En mi cuarto hay una hormiga dormida y una avispa despierta; una araña que teje planos en la pared, planes en el tiempo.








miércoles, 26 de octubre de 2016

La Naranja en la Pared - Jorge Flores

Esta es la primera plaquette de poemas que publiqué. Comencé a escribirlos hacia finales del 2003 cuando ya me había mudado a la lyncheana Mar del Plata. Era un conjunto de voces diversas que yo sentía entraban en un solo ámbito y guiado por la intuición las ordené, y el tramado fue apareciendo solo como un día de escuela. Cosa que luego me llevó a recordar a la única maestra suplente que tuve en la primaria durante un mes y medio, y a la que nunca más volví a ver. Que no pudiera seguir con nosotros fue el primer dolor amoroso de mi corazón infantil.
De ella aprendí a leer verso por verso, atendiendo al corte y a los hemistiquios; a respetar el silencio entre las estrofas para tener la cadencia del poema y comprenderlo en sus unidades rítmicas. Me mostró que el soneto clásico y los poemas de verso libre eran las más sutiles y exigentes de las formas poéticas, “cuando domines estas dos, todas las demás se convertirán en poesía”, me dijo. Y eso es lo último que recuerdo de ella. Así que a donde quiera que esté se lo dedico agradecido.

Aquella vez hice la edición como pude, con mis rudimentos de Word. Hoy, en esta reedición para descargar en pdf y lista para imprimir por ustedes mismos, me suma Bellina para darle presencia con su arte de tapa en maravillosa sintonía. Gracias Bellina! (Así la pueden contactar: fb/bellina.ilustra).




Aquí el poema que da nombre al libro:


la naranja en la pared

el que habla solo habla
mejor que nadie de la soledad
porque habla para nadie
el maestro ciruela tiene
una ventaja
sobre los demás maestros
no se cansa
finge que se cansa
así pensaba yo
desde mi pupitre de 5° grado
viendo a mi maestra hablar
la diferencia esencial
si es que de esencia
se trata el alma
entre la poesía y la narrativa
se funda en que ésta
sustenta en el eje
mejor vamos a decir la biela chicos
de su lógica interna
la estética
con la que forma un motor
que pistonea produciendo
un encantamiento centrípeto
hacia su propio árbol de levas
entendamos la realidad de la narrativa
por capacidad de verosimilitud
la verdad es que no sé si tenía razón
pero yo estaba en un todo con ella
dispuesto a defenderla de cualquiera
la miraba encantado
como si ella fuera
un libro abierto
del que una mujer
joven y lívida tomara el lomo
con ambas manos contra su pecho
o como si yo acariciara
las letras de un poema
para decirle al mundo
que había muerto
por el contrario
la poesía
produce una fuerza centrífuga
que obliga
esta obligación es buscada chicos
a unas lógicas externas
que nada tienen que ver
con la verosimilitud
y que son meandros entrecruzados
que forman un delta despeinado
y hacía grandes signos con la mano izquierda
como círculos giratorios
de planos inclinados
o como la que más me gustaba a mí
una elipse que se estiraba
del piso al techo
al tiempo que sacudía la cabeza
como si el martillito del despertador
peinado a lo carré
se detuviera arrepentido
o movía los dedos
de la otra mano
como si tocara un piano
de cola
blanco y reducido
que flotando a la altura de su busto
fuera mirado distraídamente por ella
igual que ahora
yo no quería que acabara la clase
imaginaba
que cuando sonara el timbre
mientras durara su vibración
podría arrojarle tizas
como una ametralladora
atrincherado en el pupitre
moviendo mis brazos
igual que la rueda gigante
de un hámster fofo
que se cae al fondo del océano
como una pluma cae a manhattan
pero el recreo aparecería de golpe
y con él las miradas asesinas
de mis compañeros vueltos hacia mí
con la maestra aniquilada
por las balas incrustadas en su cuerpo
hecha un cactus de plastilina
sin poder detener el linchamiento
la mandíbula caída
colgando de los tendones fláccidos
y los ojos vidriados
mirando el pasado de lo que sucedía
atravesándonos como una escena
transparente de lo que vendrá
pero ya era
y lo que yo prefería
era salir ileso de cualquier catástrofe
que ocasionara
el dólar hoy está en aumento chicos
no nos podía mentir
tenía que ser cierto
para qué iba a decirnos otra cosa
que tampoco nos importaría
sin embargo
durante períodos regulares
era un tanto esquemática y repetitiva
sin gracia
se la veía decaída entonces
como si un dolor necesario la afligiera
como si ella le diera acceso
sabiendo que eran pocas
las fuerzas para una resistencia
reservada a la próxima ocasión
quedada inclinaba la cabeza
y miraba los durmientes
desde el último vagón del largo tren
que la llevaba sin destino
era cuando más ruidosos nos poníamos
nos agitábamos en nuestros bancos
unos contra otros
liberados por sus reacciones tardías
e inconexas
de dónde vendría esa especie
de abatimiento melancólico
que le ablandaba el pecho
no veía la hora de que llegara el recreo
para escapar de esa masa de soledad y olvido
que chisporroteaba en cortocircuito
y se expandía informe
no soportaba verla así
era como si desbordadas
por la lluvia del invierno
las ventanas derramaran para adentro
los riítos de agua fría
turbios de tierra y hojas molidas
por el viento
y al fin el timbre
y salir corriendo por su lado
como si no existiera el muñeco
es una maestra ciruela me decía
mientras le tiraba una zancadilla
al más tarado
caía chillando en el pasillo
bajo los pies lesionadores de los demás
es peligrosa con sus retóricas
puede destruir cerebros tiernos
descuidados
estábamos en el patio
y vi saltando a mis compañeritos
inocentes bambis malolientes
dábamos un adelanto
de el muro y la naranja mecánica
tendría que haberlo escrito
en todas las paredes
y en la biblioteca
sobre todo en las hojas de los libros
al principio se necesita
un poco de grasa
entonces me llamaron
a jugar a la pelota
y me olvidé del asunto
qué me importa
qué me calienta
eran mis últimas palabras
cuando pisaba la cancha

Y el link de descarga: Jorge Flores - La Naranja en la Pared